miércoles, 23 de marzo de 2011

Cervacafé


Disculpen las molestias.
Dirección, como viene siendo costumbre, por determinar. 


Con un nombre tan soso como sus camareros, Cervacafé es una de esas cafeterías que engañan. Sí, engañan con su buena localización (en medio de una cuesta que pide a gritos una parada), una decoración que pasa del 6 con sus cuadros salidos de la mano de alguien de bellas artes, una iluminación cálida y agradable…

Sin embargo, un curioso olor inundaba parte del local. Sin atender a los comentarios que decían ‘’parece que huele a bollos’’, yo opino que tenía más que ver con algún problema en las tuberías.

Cuenta con la típica planta de cafetería alargada con barra a la derecha, donde se muestra la bollería (atisbo de variedad sin llegar a ser atractiva), y unas lámparas de araña sacadas de cualquier película que llaman la atención sin llegar a ser un detalle demasiado hortera.

Como dije, todos los trabajadores de este local necesitan unas vacaciones urgentemente;  ni una mala sonrisa, ni un ‘’gracias’’ o ‘’buenas tardes’’. Pero para eso estamos aquí, para soportar como guerreros los imprevistos y tomarnos el café para bien de nuestros lectores.

En cuanto al producto, un café Segafredo no suena nada mal, eso sí, si la temperatura no es superior a 80 grados centígrados; he estado a punto de perder la lengua al ir a degustar el café. Punto a favor: un servicio bastante rápido.

El fondo del bar.
Otro detalle negativo es que, como en otras cafeterías (véase el Forno dos Clérigos), sirven lo que les viene en gana. Y es que si yo pido un Lunch no quiero que me sirvan un Lunch Especial, que para hacer la gracia cuesta 1,50 (aunque el precio se merece un punto y aparte).

El sistema de cuenta es algo diferente; te dan un papelito en el que en letra casi ilegible ponen el nombre de lo que has tomado. Eso sí, para estropearlo aún más, ni siquiera ponen el precio, lo que hace que te lleves la desagradable sorpresa al ir a pagar.

Diremos que cumple su función de local para charlar, pero teniendo en cuenta que el centro de Porto está lleno de cafeterías a mejor precio y con sonrisas, la dejamos para un día en el que sea tan tarde y estemos tan cansados que no nos merezca la pena subir la cuesta para ir a un café mejor.

Y ahora, se van a cagar.

CAFÉ: Marca Segafredo, servido a una temperatura infernal.

BOLLERÍA: Diremos aceptable, aunque no entra demasiado por los ojos.

SERVICIO AL CLIENTE: Esta panda de amargados necesita ir al baño urgentemente.
 
PRECIO DE UNA MEIA DE LEITE: 1,20.
Sí, este es el bonus final. 

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