Del cual sólo tiene el nombre.
Estar situado cerca de Miguel Bombarda, la calle de las galerías de arte, no da derecho a un café a llamarse de ese modo. Tampoco los cuatro cuadros que había colgados a modo de decoración, combinando de manera horrible con algunos objetos antiguos y dos televisiones, una de las cuales tenía fútbol y otra, anuncios ininterrumpidos.
Rua Breiner, 142 (Cerca de Cedofeita y Miguel Bombarda) |
El local es realmente grande, barra a la derecha y un detalle incomprensible; un mostrador de bollería en el cual, en vez de haber lo que debe haber, mostraba dos Kits Kats y un huevo Kinder. Y no, no era ningún tipo de escultura. Se notaba.
En lugar de bollería podemos ver, a través de una barra americana, la cocina, por lo que deducimos que tostadas y lanches pueden salir de ahí. Todo el bar está alumbrado con unas lámparas muy similares a las de los velatorios, por lo que todo está sumido en una semi-penumbra aún habiendo iluminación suficiente; esto provoca cierto bajón al entrar y unas ganas locas de tomar lo que sea y salir de ahí. Además, no se puede fumar, por lo que los tiempos muertos y el jugueteo de las manos sobre la mesa se repiten.
La camarera, una peliblanca muy amable, sirve un café Sical que no es nada del otro mundo y está a una temperatura sólo antes vista en Cervacafé. Mientras esperas a que el café se enfríe, te das cuenta de que el silencio, el murmullo de los señores mayores de café por la tarde, la mala iluminación y el tamaño del local te amodorran, y acabas medio resbalado en la silla o bien:
1- Con la mirada perdida en un punto cualquiera de espacio
2- Participando en conversaciones poco sustanciosas en las cuales el hilo se pierde muy fácilmente
3- Pensando (y dándote cuenta) de que al salir de este local no tienes lugar en el mundo al que ir.
Por eso, quizás, la visita a este café se ha alargado más de lo normal, aún con los pocos atractivos que ofrece. Es una alternativa para la mañana, cuando tienes tantas cosas que hacer que apenas te importa dónde tomar café; una tostada en esas mesas negras y el escaparate con vistas al asfalto y la fachada de enfrente, terriblemente próxima, recuerdan a l inicio de algún tipo de novela negra/película de miedo.
Pero si vas un sábado por la tarde, lloviendo, y sin muchas expectativas, Art’s Café sacará tu lado más tedioso.
Vamos a ver si se nos salva...
CAFÉ: Sical, muy caliente y sin esa capa de espumita incluida = Cara triste.
BOLLERÍA: No puedes verla, lo que es un gran obstáculo a la hora de decidirte a pedir cualquier cosa.
SERVICIO AL CLIENTE: Rapidez; no se podía esperar menos de un local casi vacío donde la única distracción parece ser preparar café.
PRECIO DE UNA MEIA DE LEITE: 0,80 €. ¿Alguna duda?
Si hay algo por lo que se salva, indudablemente es por los 0.80€...
ResponderEliminar¡¡Ana!! ¿Como se te ocurre hacer semejante y mordaz crítica? No tienes que ser tan exigente, ten en cuenta que este blog es desenfadado y siempre tenemos que mirar más allá, tratar de beneficiar al negocio, hablar claramente, ser objetivos...
ResponderEliminar¿Llegará el dia en que Aguilucho elogie a alguna cafeteria? Lo dudo mucho, lo dudo mucho...
ResponderEliminarjajajajajjaajaj
ResponderEliminarTambién dudo pero supongo que llegará el día en que encuentre la ideal...
gracias Aguilucho por mantener el blog a flote, tirón de orejas al resto.
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