Calle Meléndez, 7 |
El café que más cerca estuvo de triunfar.
Hoy, se presenta en sociedad una cafetería con dos caras. Por un lado, es el bar perfecto. Por el otro, cuando te metes en la parte de atrás, está lleno de mierda por todos lados.
Lo primero, este bar se encuentra en una calle próxima a la Plaza Mayor de la ciudad, y a él acuden cada día cientos de personas a tomar el café o a comer, porque incluye servicio de comidas.
Se trata de un local alargado con dos partes; la de abajo, con la enooorme barra a un lado y unas cuantas mesas; y la que está subiendo las escaleritas, cuyo techo está poblado de un buen puñado de bicicletas antiguas que cuelgan sobre tu cabeza.
Y es que este bar se lleva la palma en decoración. Las paredes están atestadas de adornos; no hay un solo milímetro de muro que no esté cubierto de billetes de todos los países, de carteles y fotografías antiguos, de pósters enmarcados, partituras, decoraciones de ciudades en relieve, carteles de neón…
Y eso es sólo en la pared, porque el resto es para quitarse el sombrero. Tienen una máquina de café de las antiguas, (sí, de esas que funcionaban una palanca enorme), un suelo de madera con crujidos incluidos, y las mesas. Cada mesa tiene un cristal bajo el cual se ve una decoración diferente; ranitas de la suerte, condones, bolas de lotería, chapas, corchos de botellas… además de los típicos papeles de Erasmus ultra hormonados de ‘’Mike & Anne was here’’
Merece la pena el visitarlo aunque sea sólo por su estupenda decoración y su música amena. Es acogedor, íntimo, y el café, de buena calidad, sólo cuesta un euro la taza.
Pero ya basta. La otra cara de la moneda apesta desde la entrada.
Es normal que en una cafetería en la que sirven comidas las mesas se ensucien;
Un ejemplo de las mesas que puedes encontrar por aquí. |
NO es normal que no se limpien para los siguientes clientes. Porque al sentarnos en una de las mesas del fondo, hemos comprobado cómo las manos se quedaban pegadas al pegajoso cristal, a la vez que veíamos la capa de polvo que cubría los bancos de madera tallados con la imagen de Erasmus. Y no sólo eso; la camarera, una de las chicas más sonrientes que he visto nunca, ha mudado el gesto nada más atendernos. Ya que te obligan a sonreír, ¿no podrías hacer que al menos parezca una sonrisa creíble?
No hablemos del sistema de ventilación, el cual brillaba por su ausencia, sumiéndote en un ambiente cargado y remanido, y una mezcolanza de olores a caballo entre el café, la fritanga y el sudor.
Pero seamos justos. Estos detalles escabrosos deben ser denunciados a la sociedad; pero tienes, y digo que tienes de verdad, que visitar este café, quedarte pasmado mirando la decoración y hacerte alguna que otra foto. Porque puede que tengas suertes y las mesas estén limpias, y que la camarera tenga un buen día, ¿quién sabe?
ATENCIÓN AL CLIENTE: La chica ha sido rápida y simpática. Pero falsa.
BOLLERÍA: Tienen comidas, así que todo lo que quieras pedir
PRECIO DE UN CAFÉ CON LECHE: 1,00 €. Sí, como lo ves. Además, tienen bonos de 20 cafés y cosas así. Un primor.