viernes, 5 de agosto de 2011

Sonrisa Kanaya


Con vistas al callejón.

C/ Mesones, S/N, 18001 Granada. Lo verás. 
Un bar de diseño en la ciudad de Granada, con una llamativa entrada en moldes rojos y blancos, y unos cristales que dejan ver un interior limpio y moderno, puede parecer una opción genial para ese refresco fresquito que tan bien sienta tras el paseo. Pero no te fíes de las apariencias.

Lo primero que hay que decir es que ‘’Kanaya’’ (Dios mío…) es tanto una tienda como una cafetería. Supongo que ese es el motivo por el cual la cafetería deja mucho que desear, en aras, puede ser, de una tienda en condiciones.

Como ya dije, el diseño es de corte moderno y atrevido, a saber; rojo, blanco y negro por doquier con ángulos rectos para los muebles, y formas más o menos orgánicas para los asientos, tanto en banqueta de barra como en sofás y mesitas. Pero la mala calidad y el mal gusto se adivinan en este local cuyos ventanales, muy hermosos, te dan vistas a un sucio callejón.

Primeramente, no es conveniente gastarse un pastizal en muebles que quieren ser modernos y cómodos cuando no lo son. Porque al tratar de levantarnos para ir al baño, las espalderas de los sofás se desprendían de una pared en la que había, sí señor, clavos sueltos puestos a lo cutre. Por cierto, que estos sofás en apariencia blancos (pero comidos de suciedad hasta el punto de ser casi grises) son tan incómodos que al final del café tendrás un culo duro y bien colocado sin necesidad de escalar las cuestas que llevan a Sacromonte.

Una vez sentado, mientras evalúas el local con ojo más o menos crítico, una camarera que parece no saber el camino de vuelta a su casa te atiende con una parsimonia y aturdimiento dignos de la mítica Zombi oporteña. Sería absurdo comentar que la carta, extremadamente reducida en variedad, marca unos precios algo altos para una simple coca-cola, pero no vamos a entrar a ese trapo porque esto no es Portugal.

Como la camarera tardará de diez a quince minutos en abrir la botellita enana de refresco, puedes deleitarte con la mierda que hay colgada en las paredes. Oh, perdón. Con los cuadros que hay en las paredes. 
Normalmente no aconsejaría a nadie colgar cuadros de Ikea por su falta de personalidad y esas cosas, pero en este caso lo necesitaban. Urgentemente. Una artista perdida de la mano de Dios ha creado unas obras tan simples como cutres, no solo mal realizadas sino faltas de imaginación, que no sabemos por qué pero marcan un precio de 90 euros por pieza. Claro que sí, campeona.

Para más inri, hay una serie de pegatinas que adornan todo el local, muy malotas y canallas, oh sí, que incitan a los dobles sentidos y a las sonrisas picaronas. Claro, eso si eres capaz de sonreír mientras observas incrédulo un cuadro que representa un reloj haciendo tic-tac. ¿Analogía al tiempo o pedir ayuda a la colega que estudia bellas artes con unas notas de mierda? No lo sé.

Decir que el cuarto de baño, por estar exento de esa decoración estúpida, no tenía demasiados puntos negativos, y un aplauso a la silla de discapacitados para subir a la tienda de arriba. Para todo lo demás, vete a cualquier otro sitio. Y también, que apuñalar el diccionario poniendo ‘’k’’ donde no va para parece más malotes, no funciona del todo bien.

Violación en marcha: los puntos fijos.

REFRESCO: 1,80 céntimos. Sí, hija, sí.            

BOLLERÍA/TAPAS: La primera inexistente. La segunda no se dejó ver.

SERVICIO AL CLIENTE: Gracia en estado puro. Y para quien no sepa qué es esto, una chica con conmoción cerebral para arriba.


Ahora violando las normas de este nuestro blog, voy a comentar ciertos puntos breves que no tienen nada que ver con el café. Así que si no eres quien yo creo que eres, deja de leer esto y dedícate a otra cosa.

En vista de que los miembros integrantes de meia de leite parecen haber muerto, me dispongo a modificar los puntos fijos de cada análisis. También quiero dar un saludo a los otros cuatro perdidos que alguna vez escribieron por aquí y recordarles que el verano va a prolongarse, al menos, todo el mes de agosto.